Declarada de Interés Turístico en 2011, la edición de este año tiene carácter solidario, apoyando a la labor que realiza una de las entidades del municipio, Cáritas Pedrezuela.
Pedrezuela ya tiene todo listo para celebrar el próximo sábado 20 de enero su Fiesta de La Vaquilla.
Pedrezuela es uno de los pocos pueblos de la Comunidad de Madrid que mantiene la celebración de esta fiesta, en la que los jóvenes que participan en ella son los que cumplen 18 años, mientras que sus acompañantes son un año menor. A los primeros se les denominaba quintos. La figura principal es la vaquilla, que es acompañada por los vaqueros y los gurramaches.
Se trata de una de las tradiciones más arraigadas del municipio. Esta celebración ancestral y de carácter laico fue declarada de interés turístico por la Comunidad de Madrid en 2011 y según referencias documentadas tiene lugar desde el siglo XVII.
La celebración comienza a partir de las 17.00 horas, cuando los quintos y acompañantes se reúnen en la puerta de la casa de la vaquilla, y desde allí inician el recorrido por las calles del pueblo con el ruido de los cencerros. La carrera finaliza en la plaza de la Constitución con una simulación de la muerte de la vaca.
Pan de anís solidario
Tras el ritual se reparte el pan de anís entre los asistentes, un pan que se hace especialmente para ese día. Y que este año introduce como novedad que los vecinos donen un euro por cada pan a una de las entidades sin ánimo de lucro del municipio. Este año el dinero recaudado lo recibirá Cáritas Pedrezuela, que como agradecimiento repartirá caldo durante la espera a la recogida del pan.
A continuación habrá un aperitivo, acompañado de vino en la Plaza del Cristo. La tarde se cierra con música y baile. Y para los más jóvenes un DJ pinchará en la Plaza de la Constitución a partir de las 23.00 horas.
Cabe recordar que este evento llega tras el solsticio de invierno y se enmarca dentro de las llamadas fiestas de invierno vinculadas a actividades agrícolas y ganaderas. La finalidad de los rituales de la vaquilla era la de ahuyentar el mal con el ruido de los cencerros y favorecer la fertilidad de la tierra y de los animales. Se trata de un ritual de origen pagano que nos acerca a la repetición del ciclo de la creación con la llegada de un nuevo año.
La tradición popular también señala que esta celebración suponía un ritual de iniciación masculina en el que los jóvenes debían alejar a los malos espíritus que habían llegado la noche de todos los Santos.
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